Hoy, 22 de abril, como cada año desde 1970, se conmemora el Día de La Tierra en diversos países.
Una ocasión reivindicativa del derecho a la VIDA en este planeta tan particular que la alberga.
Porque se encuentra a la distancia justa del sol como para no congelarse ni evaporarse, porque tiene atmósfera respirable, que se mantiene gracias a barreras contra los rayos cósmicos como los Cinturones de Van Allen –dos zonas de la magnetosfera terrestre donde se concentran grandes cantidades de partículas cargadas de alta energía, originadas en su mayor parte por el viento solar capturado por el campo magnético terrestre– y como la capa de ozono.
Ese Ecosistema es muy frágil y el ser humano lo está destruyendo hace décadas, suicidándose en primer término.
Porque pese a todo el desastre que ocasionamos, la tierra subsistirá pero nosotros no.
Como bien dijo hoy el Papa Francisco recordando un viejo dicho español: «Dios perdona siempre, los hombres perdonamos de vez en cuando, la naturaleza no perdona más«.
Felizmente se está tomando una mayor conciencia de que nuestro planeta TIERRA debe ser resguardado, gracias a la continua demanda de protección del medioambiente de grupos conservacionistas, la participación de miles de universidades y escuelas, centenares de comunidades, la presión social y el grano de arena –o tierra– que cada uno de nosotros agreguemos.
Pero esa conciencia no basta, debe ser acompañada por actos.
No es suficiente reconocer que la Tierra y sus ecosistemas son nuestro hogar.
Hay que establecer y alcanzar un justo equilibrio entre las necesidades económicas, sociales y ambientales de las generaciones presentes y futuras, EN ARMONÍA CON LA NATURALEZA.
Ninguna especie, incluida la nuestra, debe ser explotada al punto del peligro de extinción.
El actual calentamiento global no tiene precedente y continúa extendiéndose velozmente con variaciones no vistas en milenios.
Se multiplican las catástrofes naturales, los incendios masivos, huracanes, terremotos, sequías, deshielos e inundaciones.
Urge reemplazar la quema de combustibles fósiles por energías sustentables.
Agreguemos la sobrepoblación y la contaminación de los mares, ríos, atmósfera y la tierra que pisamos con pesticidas más basura que generamos.
Debemos esforzarnos en reciclar y tratar debidamente los desperdicios químicos que disminuyen el oxígeno y acidifican las aguas.
Y conservar la biodiversidad.
No reflexionamos que destruyendo lo antedicho a nuestro paso, estamos exterminando a los seres vivos que la habitamos.
Ecología no es una simple palabra sin importancia.
En este sentido, el Sumo Pontífice instó a los líderes mundiales mediante un video mensaje a proteger el medio ambiente remarcando:
«La naturaleza merece ser protegida, aunque sea por el hecho de que las interacciones humanas con la biodiversidad de Dios, deben hacerse con el máximo cuidado y con respeto.«
“Esta pandemia nos ha mostrado lo que ocurre cuando el mundo hace una pausa, aunque sea por unos meses. Y el impacto que esto tiene en la naturaleza y el cambio climático, con una fuerza tristemente positiva. En otras palabras, duele.”
La llegada del Covid-19 «que nos afecta a todos aunque de forma múltiple y diversa«, también nos muestra «que la naturaleza global necesita nuestras vidas en este planeta, a la vez que nos enseña más sobre lo que tenemos que hacer para crear un planeta justo, equitativo y ambientalmente seguro«.
Dos catástrofes globales, la pandemia y la crisis climática, «demuestran que no tenemos más tiempo para esperar. El tiempo nos apremia. Como lo ha demostrado la Covid-19 tenemos los medios para afrontar el desafío.«
«¡Es el momento de actuar, estamos al límite!«
«Cuando se desencadena la destrucción de la naturaleza es muy difícil detenerla.«
«Seremos más resilientes si trabajamos juntos en lugar de hacerlo solos.«
“La adversidad que estamos viviendo con la pandemia, y que ya sentimos en el cambio climático, debe impulsarnos a la innovación, a la invención, a buscar nuevos caminos. De una crisis no se sale igual. Salimos mejores o peores. Este es el desafío, y si no salimos mejores, vamos por un camino de autodestrucción.”
«Yo también me uno a ustedes, a un llamado a todos los líderes del mundo para que actúen con valentía, que actúen con justicia y que siempre digan la verdad a la gente, para que la gente sepa cómo protegerse de la destrucción del planeta, cómo proteger al planeta de la destrucción que muy a menudo provocamos.«
Fuente EFE y ANSA. Video Vatican News
En paralelo a esa cumbre, la joven activista sueca Greta Thunberg hizo un fuerte mensaje contra los líderes mundiales en una aparición en el Congreso de los Estados Unidos diciendo: «¿Cuánto tiempo creen que pueden seguir ignorando la crisis climática, el aspecto global de la equidad y las emisiones históricas sin tener que rendir cuentas?«
El planeta depende solo de nuestras decisiones.
Salvemos la madre tierra ahora o perdámosla para siempre.
«El ser humano jamás tendrá el poder de doblegar a la madre tierra, es más probable que con su poder acabe con el mismo que con la vida de quien lo vió nacer, crecer, reporducirse y morir.» ERIC GREEN.
Rindamos justo homenaje a nuestro planeta cuidándolo, reparándolo y disfrutándolo sanamente.
Algunos antecedentes sobre la lucha por cuidar nuestro planeta:
En 1972 se celebró la primera conferencia internacional sobre el medio ambiente. La Cumbre de la Tierra de Estocolmo cuyo objetivo fue sensibilizar a los líderes mundiales sobre la magnitud de los problemas ambientales.
En Francia, los participantes formaron una cadena humana a lo largo del Río Loira, alcanzando unos 800 km de longitud, con el propósito de honrar uno de los últimos ríos limpios de Europa.
En Asia, montañistas chinos, soviéticos y estadounidenses formaron un equipo para recolectar basura dejada en el Monte Everest por anteriores expediciones, reuniendo más de dos toneladas.
Unas cinco mil personas en Italia bloquearon carreteras, como protesta por la contaminación producida por los automóviles.
En Haití se declaró oficialmente al Día de la Tierra como un feriado nacional.
Alrededor de 10.000 estudiantes participaron en una campaña de limpieza en Jordania.
Cerca de 35.000 ambientalistas japoneses se reunieron en la Isla de los Sueños -isla artificial construida con basura en la Bahía de Tokio- con el propósito de establecer un centro de reciclaje temporal.
Este día se instauró en 1970 porque el problema ya estaba instalado entonces. Recuerdo haber leído en 1968 las predicciones científicas relacionadas con el cambio climático. En aquella época, se culpaba al gas freón de los aparatos de aire acondicionado y neveras, a los cloro fluoro carbonos (CFC) de los aerosoles y al vuelo súper sónico de los aviones como principales responsables de la progresiva reducción del espesor de la ozonosfera. También se hablaba de los gases de efecto invernadero, entre los que el dióxido de carbono se llevaba la Palma. Si bien es cierto que el incremento de la temperatura global media hacia mediados de los ‘80 no fue tan significativo como se había calculado, a partir de la década anterior se sumó un nuevo factor: el aumento exponencial de la población humana. La Tierra ya estaba superpoblada en los ‘60. Se puede argüir que entonces y aún ahora, hay espacio suficiente para albergar a más gente. Pero la cuestión no radica en el espacio disponible sino en el empleo intensivo de los recursos planetarios. Los seres humanos somos la única especie que estableció residencias permanentes en lugares fijos (pueblos, ciudades) y explotamos hasta la saciedad mediante la agricultura y la ganadería nuestro entorno. El resto de las especies animales tienen un carácter nómada y se trasladan conforme se agotan los recursos o cambian las estaciones. Por otro lado, todas las especies tienen una regulación natural del tamaño de sus poblaciones. Ello depende de la existencia de depredadores y del abastecí de los ecosistemas. Nosotros carecemos de depredadores (salvo nosotros mismos, claro está, a través de las guerras y las matanzas a lo largo de la historia). El comienzo de un tiempo más pacífico en los ‘50, sumado a la difusión del empleo de medicamentos trajo como consecuencia ese incremento exponencial de la población citado más arriba. Hace rato que la humanidad rebasó el “límite del impacto ambiental” con su desproporcionado crecimiento mediante la acumulación desmedida de basura, desechos, desperdicios y mal uso. ¿Se podrá revertir esta sobre explotación reduciendo la emisión de gases y reciclando? La respuesta es una gran incógnita. Lo que se puede asegurar es lo que cita el artículo que originó este comentario: “la Tierra seguirá su existencia, la humanidad puede extinguirse”. ¿Es demasiado exagerado suponer que la especie humana se extinga? La respuesta es un rotundo no. Si algo hemos aprendido de las eras geológicas de nuestro planeta es que las especies se crean y se extinguen de manera permanente independientemente de su capacidad de adaptación. Por eso resulta bastante pretencioso el deseo de “salvar una especie en extinción”. No está a nuestro alcance. O por lo menos, no lo está a largo plazo. Se puede recuperar una población específica, pero si el planeta decide que debe extinguirse, desaparecerá. Probablemente, esto es lo que acabe ocurriendo con la humanidad. Si estamos predestinados a extinguirnos, no habrá modo de evitarlo. Mientras tanto, es muy positivo que haya una toma colectiva de consciencia y que los individuos y poblaciones de individuos realicen esfuerzos por un empleo racional del entorno. Al menos, esto tenderá a disminuir la velocidad de destrucción y quién sabe, a lo mejor revertir la degradación del planeta.
Muchas Gracias por tu interesante comentario.
Estamos de acuerdo.
Y agregaría que si los que tienen el poder de tomar grandes decisiones no aminoran el ansia demencial de beneficios, reemplazándola por una racional extracción de recursos, en equilibrio armónico con el medio ambiente, estamos fritos, estamos al horno.
El tema es que no pueden parar, están cebados, están enfermos por el acopio de riquezas y por perpetrar su Poder sobre nosotros, más allá de las catástrofes que pudieran acontecer, que seguramente deben estar mejor informados que nosotros.
La «drástica reducción de la población» la buscan solucionar por pandemias o por guerras. En lugar del control de natalidad que en su momento implementaron en oriente.
También debería intentarse una desconcentración de las grandes capitales. Hay suficiente espacio en lugares más descampados alrededor. Los centros urbanos son un hormiguero de humanos que podría descentralizarse con políticas adecuadas, elaboradas calculando estratégicamente las diferentes situaciones sociales.
Sobrevivimos en un mundo de extrema desigualdad. Invocando el «sentido común«, el menos común de los sentidos, hemos normalizado lo irracional como racional, contrario al principio elemental de bienestar general.
Teniendo tanta materia gris, que se supone nos diferencia y «favorece», es lamentable que no se aplique para organizar una más equilibrada forma de vida para la HUMANIDAD.