¿Qué paso el 25 de Mayo? Pregunte, “se come locro” me dijo un alumno. Esta respuesta me llevo a pensar sobre la banalización de las fechas patrias, las simplificaciones de los hechos históricos y los errores en los relatos, que se manifiestan predominantemente en los actos escolares. Yo actué de negrita contenta, en un acto de mi escuela primaria, era esclava, me vendían como ganado, era mujer objeto sin derecho alguno ni sobre mi propio cuerpo, pero estaba contenta, vaya uno a saber por qué ¿no? Estaba en la plaza, vendiendo empanadas, muy interesada sobre lo que se sesionaba en el cabildo, ¿acaso la sonrisa se me borraría al enterarme que la revolución no contemplo la situación de la esclavitud?, ¿que solo las cadenas que nos ataban a España estaban mal, pero el resto de las cadenas no se cuestionarían? Esta negrita tendría que esperar 3 años más para que en la asamblea del año XIII, se declare la libertad de vientres.
Las demás nenas eran damas antiguas (demás esta aclarar que los roles se limitaban por tu género), también contentas, a pesar de que no tenían muchos más derechos que una esclava y que su finalidad en vida era, aprender sobre conversación, buenos modales, un poquito de Francés y arte, todo destinado a esperar que sus padres le consigan un buen matrimonio (esposo rico).
Las que siempre estaban ausentes eran las otras mujeres, las mujeres que lucharon por la revolución, las Juana Azurduy, las María remedio del Valle, si por casualidad estaba presente Mariquita Sánchez de Thompson, su rol se veía simplificado como anfitriona de tertulias, en vez de representar su activa acción contra los mandatos de la época.
Habría muchos errores más en los actos escolares, los paraguas, muy costosos para la época, French y Beruti como inocentes muchachos repartiendo escarapelas, cuando lo que en realidad hacían era identificar a los patriotas, por si había que recurrir a las armas. ¡Sí! armas, porque la revolución no se logró mojando el pancito en el locro (nadie cuestiona lo extraordinaria de esta experiencia), la revolución se logró con las armas. La guerra fue el correlato inmediato al cabildo abierto, había que imponer la revolución en el interior, donde las fuerzas realistas contaban con apoyo local.
El marketing gastronómico es otro punto cuestionable (no solo desde el punto de vista nutricional) ¿En qué momento las fechas patrias se convirtieron en oportunidades para la ingestión de ciertos alimentos? En fin, ya teníamos suficiente con el Vittel toné que solo se consume en navidad, ¿ahora solo podemos comer locro los 25 de Mayo? ¿Cuándo le vamos a poner un límite a este autoritarismo alimenticio limitado a fechas en el calendario?
En fin, mucho hay escrito sobre la mitología creada alrededor del 25 de Mayo, pero las negritas contentas, las señoras de miriñaque y la idea de una revolución “pacífica”, siguen presentes en los actos escolares y en el imaginario social, fruto del relato simplificado transmitido de generación a generación ¿Será la hora de hacer algo al respecto? Por mi parte, ya tengo encargada la porción de locro para mañana.
Muy buena la explicación de la profesora Merialdo. Efectivamente, la revolución involucra un levantamiento de unos contra otros. Eso no suele ser pacífico ni plato del gusto de nadie. Los que estaban reunidos en el Cabildo Abierto no eran tertulianos de un programa de cocina. Pero por el motivo que sea, el relato de aquella gesta se quedó en el cuadro romántico de las escarapelas (que por cierto no debían parecerse mucho a las que usamos en el siglo XX, ya que la creación de la enseña patria fue posterior) y en los paraguas o las negras vendiendo empanadas.