Un año sin Diego, una ausencia que dejó un vacío imposible de llenar. Que agregar a todo lo dicho del Mayor ícono de la Cultura Popular. Sin lugar a dudas ni insostenibles disensos, fue el deportista más famoso y más popular de todos los tiempos. Adorado en el mundo entero. Trascendió todas las fronteras, todas las banderas, todas las camisetas… Unió a la humanidad toda en un solo grito, MARADONA! Oleeé, olé, olé, olé… Diego, Diego!
Aquellos que ven el dedo señalando en vez de ver la luna, los que ven un árbol sin observar el bosque, los que se desgarran las vestiduras como carmelitas descalzas mientras esconden sus ropas sucias, sentencian las pocas flaquedades del más grande, la leyenda, el único y eterno Diego Armando Maradona. Ninguno de quienes aún arrastramos los pies en esta tierra le llega a sus talones. No cualquiera llevó esa pesada corona de ser indudablemente el mejor futbolista de la historia, excepcional, incomparable. ¡Qué difícil fue ser Maradona! Su sola presencia convertía un escenario desierto en un tumulto popular masivo. Arrastraba multitudes, por lo que debió recluirse a vivir una vida entre cuatro paredes.
Tuvo el don de hacernos felices a miles de millones, proveyendo incontables alegrías, emociones desbordantes, inolvidables goles y gambetas. Ídolo planetario y Héroe argentino. «La verdad es que no me importa lo que Diego hizo con su vida, me importa lo que hizo con la mía» dijo sabiamente Roberto Fontanarrosa. Sus virtudes superan ampliamente sus defectos.
¿Qué desalmado no dejó escapar una lágrima, quien no se quebró evocándolo? El mundo conmovido le rindió homenaje. En innumerables murales, monumentos y cánticos, como el «si uno fuera Maradona nunca se equivocaría» de Manu Chao y de Rodrigo «que todo el pueblo cantó«. Un luchador de la vida fue multitudinariamente despedido en un Velatorio Maradoniano, como su vida, caótico. Filas y filas de cuadras y cuadras peregrinaron para dar el instante de un dolido último saludo a la figura involucrada generadora de pasiones desbordantes. Un ícono irremplazable se fue, pero sigue vivo inmortalizado en millones de corazones, no solo en piedra, el símbolo más grande de la argentinidad. Una figura que trasciende toda frontera nacional e internacional. Que no es de ningún individuo o familiar. Su memoria pertenece al Pueblo y al Mundo. Se convirtió en el ídolo más grande de la historia argentina.
Fue más pirata que los piratas con su fabulosa Mano de Dios. «¿El primer gol a Inglaterra? Fue la mano de Dios. Les ofrezco mil disculpas a los ingleses, de verdad, pero volvería a hacerlo una y mil veces. Les robé la billetera sin que se dieran cuenta, sin que pestañearan» dijo socarronamente en 1986, al explicar su primer gol a los ingleses en el Mundial ´86.-
Pasamos el primer cumpleaños sin Diego. Este año, pese a la nostalgia, comenzaremos a recordarlo con alegría, con la felicidad que trascendía cuando corría detrás de aquella pelota que «no se mancha«. Con la alegría de sus frases, dichos, anécdotas y relatos, sus cantos y bailes, sus ocurrencias y por supuesto sus insuperables jugadas.
Gloria a D10S en las alturas.