Si te pregunto ¿Cuántas veces viste la imagen de Frida Kahlo esta semana? O hasta podría preguntar ¿Cuántas veces este día? La respuesta no sería menos de 10 veces. La fridamanía se extendió a todos los objetos de uso cotidiano, y no tan cotidianos que puedas imaginar, remeras, tazas, mochilas, mates, cuadernos y el etcétera sería interminable. La pregunta es; cuándo Frida paso de ser un exponente de la pintura surrealista (aunque ella decía no serlo ya que no pintaba sueños sino su propia realidad) a maceta de suculenta en un patio del conurbano (y si, seguro tenés una ¿o no?)
Con más o menos detalles, su historia es conocida por todos. Nació en Coyoacán, México, el 6 de julio de 1907. Su vida estuvo marcada por el sufrimiento desde muy joven, en su infancia sufrió Polio, lo que le dejaría como secuela una pierna más delgada que la otra (La que escondía bajo amplias faldas o pantalones). A los 18 años sufrió un terrible accidente en tranvía, el cual la llevaría a someterse a varias operaciones y a estar postrada durante largos períodos y es ahí, cuando estando en su cama y gracias a un soporte diseñado por su padre, comienza a pintar.
Otro detalle de su vida conocido ampliamente, es su controvertido matrimonio con el pintor muralista Diego Rivera, donde a pesar de considerarse una pareja abierta, Frida sufrió fuertemente la promiscuidad de Diego.
Pero dejando a un lado estos datos biográficos, lo más resaltable de Frida fueron los valores (casi atemporales) que representó, luchadora incansable por la libertad, por la igualdad de las mujeres, con una necesidad imperiosa de romper estereotipos, militante comunista y contraria al imperialismo mercantil.
Y es este aspecto el que despierta el dilema ¿la mercantilización de la figura de Frida Kahlo, la despoja de todo su contenido ideológico?
La polémica por el uso comercial de ciertos personajes de nuestra historia ya había tomado relevancia con “el che”. En los 90 un “boom” de remeras con su rostro invadió el mercado, ante la indignación de muchos, que temían que estas, sean usadas por quien no corresponde. Era como si pretendieran que las remeras tengan impreso en su etiqueta, “no lavar con agua caliente, no usar plancha sobre el estampado, usarla solo si sos realmente comunista, maldito desclasado”
Creo que el asunto de las remeras no le habrían molestado tanto al Che, eso sí, si hubiese sabido que en el 2012 sería la cara de una publicidad de Mercedes Benz, en donde la estrella de su boina era reemplazada por el logo de esta multinacional, no habría esperado a ser capturado en Bolivia, ¡se hubiese entregado solo!
Con Frida el revuelo es mucho más complejo. La figura de Frida ya había sido tomada por los movimientos feministas latinoamericanos en los años 70, convirtiéndose en emblema de mujer libre de estereotipos. Pero la mercantilización de su imagen es más reciente y posterior al año 2000, para lo cual contribuyo fuertemente el estreno de una película biográfica en el 2002 con Salma Hayek como protagonista.
A mi entender, el cuestionamiento que genera la masificación de la figura de Frida tiene dos aspectos:
En primer lugar, la cuestión no parece reducirse a la masificación del mismo, sino como se reproduce su imagen. Es decir, que Frida al convertirse en moda se “adapta” a esta, se estereotipa. Y en esto concuerdo, he visto imágenes de Frida cumpliendo con ciertos estándares corporales, despojadas de sus faldas folclóricas mexicanas y hasta con una notoria cantidad menor de cejas.
El segundo aspecto desde el cual se cuestiona la masificación de la figura de Frida, es que ésta no permite que se entienda el mensaje que ella representa. Pero, ¿Es necesario entender de arte expresionista, de feminismo y de comunismo para usar un objeto con la figura de Frida Kahlo legítimamente?
Lo que se discute en esta instancia es el elitismo del arte, esta idea de que el arte debe ser comprendido y que no todos pueden. Por siglos el arte solo fue accesible para reyes, nobles y clérigos. Con el nacimiento de la burguesía el arte siguió perteneciendo a pocos, esta vez para los pocos que podían pagarlo. El arte guardo desde sus orígenes un elitismo preponderante. Pero contrario a esta idea, el consumo del arte es un derecho del que todos los individuos podemos gozar; queramos o no, producciones estéticas invaden nuestro mundo frecuentemente y aunque muchas veces no entendamos su sentido, esto no impide que se disfrute.
Frente a estos cuestionamientos, interesantes y validos de escuchar, mi razonamiento es más sencillo, ¿Por qué la mercantilización de la figura de Frida es tan cuestionada? porque básicamente y en su mayoría, somos las mujeres quienes la lucimos en cualquiera de sus soportes y formas. Nunca escuche a nadie cuestionar a un hombre por usar una remera de un equipo extranjero, o por usar una frase en inglés de la cual no sabe su significado, pero en esta sociedad, de la cual Frida no estaría nada orgullosa, las mujeres seguimos teniendo que dar explicaciones por todo. La verdad, creo que Frida puede con ambos roles, representante del feminismo, rompe estereotipos, antiimperialista y a la vez, cara de taza, de remera, cartera o maceta, porque en su personal convergen ambos aspectos, ruptura con lo establecido y arte popular. Y no hay nada más legítimo, que disfrutar de su arte, aun sin entenderlo y sin tener que dar explicaciones de tal disfrute.