COP26 sobre Cambio Climático de 2021
Finalizó la 26ª Conferencia de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático de 2021 –COP26, del inglés Conference of Parties– celebrada del 31 de octubre al 12 de noviembre de 2021 en la ciudad escocesa de Glasgow –paradójicamente otrora corazón de la revolución industrial-, aplazada un año por la Pandemia de COVID-19. Incluyó la 15ª reunión de las partes del Protocolo de Kioto –CMP16– y la segunda reunión de las partes del Acuerdo de París –CMA3-. La mayor reunión de líderes mundiales desde la fundación de las Naciones Unidas –ONU– al final de la Segunda Guerra Mundial.
Organizada por el primer ministro británico Boris Johnson como anfitrión junto al secretario general de la ONU Antonio Guterres, contó con la presencia de líderes mundiales como el presidente de los Estados Unidos Joe Biden, Ángela Merkel por Alemania, el presidente francés Emmanuel Macron, el primer ministro de India Narendra Modi, el primer ministro de Canadá Justin Trudeau, la Primera Ministra de Barbados Mia Amor Mottley, el presidente de Argentina Alberto Fernández, el primer ministro de Grecia Kyriakos Mitsotakis, el presidente de España Pedro Sánchez, la primera ministra de Bangladesh Sheikh Hasina, el primer ministro de Kuwait Al-sheikh Sabah Al-Khalid AI-Sabah, la primera ministra de Escocia Nicola Sturgeon, el presidente brasileño Jair Bolsonaro, el primer ministro de Fiji Frank Bainimarama, el presidente nigeriano Muhammadu Buhari, la presidenta de la Comisión Europea Úrsula von der Leyen, el primer ministro belga Alexander De Croo, la primera ministra de Islandia Katrin Jakobsdottir, el presidente de Gabón Ali Bongo Ondimba, Sir David Attenborough, los príncipes de Gran Bretaña Carlos y William, con Kate Middleton y la duquesa de Cornualles Camilla,… y demás en esta larga lista de mandatarios que incluye a 120 jefes de Estado y de Gobierno, batiendo récord de asistentes.
Sus objetivos implican acciones que aseguren cero emisiones de efecto invernadero a nivel global, que la temperatura del planeta no supere al final de este siglo los 1,5 grados centígrados, adaptarnos para proteger comunidades y hábitats naturales, movilizar la financiaciones que posibiliten estas metas. «Debemos apostar por las energías renovables, la eficiencia energética y la movilidad limpia, la conservación y la restauración de nuestros ecosistemas y la rehabilitación urbana. Debemos abandonar los combustibles fósiles. Es fundamental proteger la biodiversidad y preservar nuestros océanos y la Antártida.» expresó Pedro Sánchez en su discurso inicial.
Estamos asistiendo a un momento bisagra en la historia de la humanidad, un momento que exige de grandes cambios si es que la Humanidad desea sobrevivir. Nos enfrentamos nada menos que a una amenaza mortal para nuestro planeta y nuestra civilización. Nuestro presente y futuro está en juego, en manos de las decisiones de los convocados a la COP26. Basta de Bla, Bla, Bla…
El extractivismo demencial arrasará con la raza humana, no solo con el agua, el aire, la tierra y los animales que la habitan. A partir de COP26 esperamos encontrar una solución concreta, aunque sea tardía. Necesitamos determinación política y acción inmediata. El capitalismo salvaje perdió el rumbo inicial productivo, devorando desenfrenadamente los recursos, aniquilando la vida. Estamos en un mundo ahogado, hambriento, a oscuras… producto de esa codicia sin límites que solo puede llevarnos al mayor de las desastres.
La Cumbre de Glasgow arrancó con la advertencia de catástrofe climática de Boris Johnson: «El día del juicio final se acerca. La tierra se está cubriendo, con la máquina del día del juicio final, de una manta asfixiante de CO2. Si hoy no nos tomamos seriamente el cambio climático, será demasiado tarde para que nuestros hijos lo hagan mañana. La cumbre tiene que ser el principio del final del cambio climático. Enfrentamos nada menos que una amenaza mortal para nuestro planeta y a nuestra civilización«.
Antonio Guterres hizo un llamamiento a los Estados a publicar los planes de acción para lograr la neutralidad de carbono cada año. Subrayó la necesidad de que se ponga ya encima de la mesa el dinero para ayudar a países menos desarrollados.
Los anfitriones británicos de COP26 han pedido a los países que aumenten sus ambiciones de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero para el próximo año, reconociendo que las promesas actuales distan mucho de lo que se necesita para evitar una catástrofe climática.
Biden se disculpó por que su predecesor Donald Trump sacó a Estados Unidos del Acuerdo Climático de París y prometió aumentar su participación financiera en la lucha contra el cambio climático, reflexionando que los mayores productores deberían ser sus mayores inversores para solucionarlo. Los países industrializados, con el 17% de la población mundial, son responsables por el 70% del calentamiento global acumulado entre 1900 y el 2020. Es entonces razonable que también contribuyan con el 70% de los costos para superar esta amenaza planetaria. Por el momento el país más rico de la Tierra, siguen sin contribuir lo suficiente a los fondos para salvar vidas frente a la necesidad de más financiación para ayudar a reparar los países más pobres de los daños de los efectos del cambio climático y para contribuir a la transición verde. Representantes de comunidades directamente afectadas por las devastadoras consecuencias del cambio climático –Brianna Fruean de Samoa, Txai Surui del Amazonia en Brasil, entre otros– han llamado la atención sobre la necesidad de que los países más industrializados –los del G-20 producen el 80% de las emisiones de CO2– se comprometan con las ayudas necesarias para la transición de los menos desarrollados.
Un potente discurso fue el de la Primera Ministra de Barbados Mia Amor Mottley interpelando a los líderes mundiales. «¿Creen acaso algunos líderes en este mundo que pueden sobrevivir por sí mismos? ¿No han aprendido de la pandemia? ¿Puede acaso haber paz y prosperidad si un tercio del mundo prospera y los otros dos tercios del mundo viven asediados y se enfrentan a amenazas catastróficas para nuestro bienestar? Si no se actúa por el bien de todos, entonces será el camino de la codicia el que nos lleve a la destrucción colectiva. Para los que tienen ojos para ver, para los que tienen orejas para escuchar, para los que tienen un corazón para sentir, necesitamos lograr el compromiso de los 1,5°C del Acuerdo de París. Dos grados es una condena de muerte. Hemos venido aquí para decir: esforcémonos más. Nuestro mundo, amigos míos, se encuentra en un cruce. Los líderes de hoy, no los del 2030 ni los del 2050, tienen que tomar la decisión. Está en nuestras manos. Nuestra gente y nuestro planeta lo necesitan más que nunca«.
Aquellas regiones del planeta que están a nivel del mar son las más susceptibles de sufrir los efectos de esta crisis ambiental. Es el caso de Tuvalu, un diminuto país de la Polinesia que, según todo apunta, podría ser de los primeros en desaparecer bajo las aguas por el aumento de la temperatura de nuestro planeta. El cuarto país más pequeño del mundo. Apenas cuenta con 25,4 kilómetros cuadrados en los que viven unos 12.000 habitantes. Una isla del Océano Pacífico Sur, justo a mitad de camino entre Australia y Hawai, de clima tropical, de playas paradisíacas de arenas finas y blancas, agua cristalina, formada por cuatro impresionantes arrecifes de coral y cinco atolones, coexistiendo una gran biodiversidad marina y terrestre. El Primer Ministro de Tuvalu Enele Sopoaga pronunció un contundente discurso en la COP26 con medio cuerpo sumergido en el océano para ilustrar la crisis que enfrentan con el aumento del nivel del mar, provocado por la dilatación del agua y el deshielo de los casquetes polares y de los glaciares a un ritmo cada vez mayor. Los tuvaluanos se debaten entre el éxodo y la resistencia, acosados además por violentos tifones, ciclones tropicales de gran intensidad –como el Pam con olas de casi cinco metros de altura-, el agua salada que reduce sus zonas de cultivo y contamina sus escasas reservas de agua potable.
El cambio climático está afectando a comunidades de todos los países y todos los continentes. El aumento del nivel del mar, los fenómenos meteorológicos extremos, la desestabilización de las economías, la inseguridad alimentaria e hídrica, la escasez de recursos y los conflictos, todos ellos exigen medidas urgentes, nuevas alianzas e ideas ambiciosas.
En un nuevo informe, titulado “Infraestructura para la acción por el clima”, publicado junto al Programa de las Naciones Unidas del Medio Ambiente y la Universidad de Oxford, se explora el rol que desempeñará la infraestructura a la hora de definir el clima del planeta. En el informe se hace un llamado a hacer cambios radicales en la forma en que los Gobiernos planifican, diseñan y gestionan la infraestructura para apoyar un futuro resiliente y bajo en emisiones. Si no se produce un cambio radical en la planificación, la ejecución y la gestión de la infraestructura, no lograremos los objetivos del Acuerdo de París ni los Objetivos de Desarrollo Sostenible. El Panel Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático –IPCC– certifica en su último informe que estamos en «código rojo para la humanidad». Acompañando la Alerta Climática emitida, Científicos y algunas empresas apuestan por formas de alta tecnología para alimentar el planeta sin emitir gases de efecto invernadero. Desde replicar el proceso que alimenta el sol hasta aprovechar las temperaturas abrasadoras muy por debajo de nuestros pies. También la producción y uso del Hidrógeno, autos eléctricos –no solo Tesla-, parques eólicos, solares, hidráulicos, etc. El tiempo se agota, no hay que desperdiciar esta ocasión. Desde el Programa de la ONU para el Medio Ambiente la directora ejecutiva de PNUMA Inger Andersen advirtió que “para tener una oportunidad de limitar el calentamiento climático a 1,5ºC, tenemos solo ocho años para reducir casi a la mitad las emisiones de gases de efecto invernadero. El reloj hace tic-tac en voz alta”.
Proliferan las voces indicando que la cumbre fue un fracaso, entre ellas la estudiante sueca, activista ambiental y climática, Greta Tumblr –más conocida como Greta Thunberg-. Advirtió que «Hay más delegados en la COP26 asociados con la industria de los combustibles fósiles que de cualquier país. No sé ustedes, pero estoy segura de que no me siento cómoda con que algunos de los villanos más grandes del mundo influyan y dicten el destino del mundo». Pidió «recortes anuales inmediatos, drásticos y sin precedentes» de las fuentes de emisiones de efecto invernadero. Declaró que «la legitimidad de la COP26 está cuestionada ya que la sociedad civil está excluida».
Marcelo Corti, Director Ejecutivo del Centro de Desarrollo Sustentable GEO, expresó que “esta Cumbre no ha sido fructífera, más bien ha sido un fracaso. Solo sirvió para asumir compromisos sin mecanismos de seguimiento y para aumentar el ego de los líderes mundiales, sin lograr resultados ni acciones concretas para el corto plazo”. La COP26 concluyó con algunos acuerdos, faltando consenso de los países, sin gran predisposición a considerar los Derechos Humanos, incluyendo reducción de emisiones de metano exhortando a las partes a acelerar la eliminación progresiva del carbón y los subsidios a los combustibles fósiles, protección de bosques y suelo, el fin de nuevas centrales eléctricas a base de carbón, etc.
Activistas científicos, unidos en una acción directa no violenta, ocupó el puente George V en Glasgow, al igual que otros grupos como Extinction Rebellion y Glasgow Calls Out Polluters en protesta por los fracasos de COP26. Cientos de miles de manifestantes en todo el mundo marcharon durante las conversaciones climáticas, enviando una clara señal a los poderosos asistentes demandando protección a las personas y al planeta. Nuestros supuestos «líderes» no están liderando. Desilusionados vemos los intereses contrapuestos entre el Derecho Humano a Sobrevivir de quienes habitamos esta tierra y la voracidad codiciosa de los poderes fácticos. Por décadas tuve la visión del posible fatídico final que parece hoy tan cercano. La certeza sobre los catastróficos riesgos de la crisis climática es cada vez mayor. No se dignan a resignar intereses materiales por algo tan básico como es la Vida. Antonio Guterres dijo que los países estaban «cavando nuestras propias tumbas» tratando la naturaleza «como un retrete». Pero tengo la esperanza, mientras posiblemente la fatalidad nos alcance, que no se suiciden a sabiendas. Como decía Greta Thunberg: “Muchos se preguntan qué se necesita para que las personas en el poder se despierten. Pero seamos claros: ya están despiertos. Saben exactamente lo que están haciendo. Saben exactamente qué valores invaluables están sacrificando para mantener su negocio como siempre».
Si no logramos hacer frente a este desafío, todos los demás problemas palidecerán hasta convertirse en insignificantes. La transición ecológica es una inmensa oportunidad de crecimiento económico inclusivo. Prefiero pensar que habrá esta vez un mínimo de sentido común por la supervivencia de los que tienen el poder de tomar grandes decisiones sobre la Humanidad y nuestro planeta tierra. No tenemos otra nave para viajar por el universo.
Como señaló el naturalista de 95 años Sir David Attenborough, una de las voces más combativas contra el cambio climático: «A lo largo de mi vida he sido testigo de una decadencia terrible. A lo largo de la vuestra, podríais y tendríais que presenciar una recuperación maravillosa«.