El Tao engendra al uno,
el uno engendra al dos,
el dos engendra al tres.
El tres engendra a todos los seres.
Lao Tse, Tao Te King, XLII
← 1
← 2
← 3
En este especial tiempo, muy propicio para la reflexión de necesaria iluminación espiritual, he encontrado estos paralelismos o congruencias. Esto último es una conclusión. Mi reflexión basada en mi fe y reconocimiento de la Verdad que es Cristo, el Hijo de Dios, cuya mejor formulación podemos encontrar en el comienzo del Evangelio de Juan, me conduce a ver, en la consciencia de que hay un principio espiritual que abarca el universo, cómo todo lleva a la trinidad del Ser.
Así como el ser humano consiste en cuerpo, alma y espíritu, y en su psiquis interactúan ello, yo y superyó, entre mente (producto carnal, corpóreo) y espíritu, la realidad divina también es trinitaria.
En la primera epístola de Juan leemos un reconocimiento trinitario de Dios y de los tres sacramentos de la iglesia cristiana[1]:
Porque tres son los que dan testimonio en el cielo: el Padre, el Verbo y el Espíritu Santo; y estos tres son uno. Y tres son los que dan testimonio en la tierra: el Espíritu, el agua y la sangre; y estos tres concuerdan. (1 Juan 5:7-8)[2]
Este pasaje, además de indicar hacia los tres sacramentos, llamados aquí los tres que dan testimonio en la tierra (Santo Bautismo de agua, Santa Cena o Comunión con el cuerpo y la sangre de Cristo a través de pan y vino, y la recepción del don del Espíritu Santo), también proclama el celestial Dios trino: Padre, Hijo (Verbo, Logos → Evangelio de Juan 1:1, la Palabra de Dios encarnada en un hombre) y Espíritu Santo, como las tres personas hipostáticas de Dios.
Otros pasajes bíblicos que dan cuenta de esta Trinidad son: Génesis 1:2 y 26. En estos puntos se nombra a Dios con el vocablo Elohim, que es plural. El capítulo 18 del Génesis relata cómo Dios se acercó a su profeta Abraham a través de tres mensajeros. Jueces 3:10, 1 Samuel 16:13, hablan del Espíritu de Jehová. Además hay menciones al número tres en Números 6:24-26, Isaías 6:3 y otros.
En el cristiano Nuevo Testamento tenemos el trascendental momento del bautismo de Jesús con el Espíritu Santo bajando sobre él como paloma y la voz del cielo diciendo “Tú eres mi Hijo amado” (Evangelio de Marcos 1:10-11), que muestra la perfecta unidad divina de Padre, Hijo y Espíritu Santo. Finalmente otros pasajes con alusión trinitaria encontramos en Mateo 28:18-19; Juan, cap. 1; Juan 16:13-15; 1 Corintios 12:4-6; 2 Corintios 13:14; Efesios 4:4-6; 1 Pedro 1:2.
La formulación dogmática de la Trinidad de Dios se fue conformando a partir de los primeros siglos de la Iglesia, apareciendo por primera vez la denominación Trinidad a mediados del siglo II a través de Teófilo de Antioquía y luego la difusión que le da Tertuliano (ca. 160-220 d.C.).[3]
Verificándose lo expresado por el apóstol Pablo en su epístola romana, la naturaleza también nos lleva a la Trinidad.
Porque las cosas invisibles de Él, su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas… (Romanos 1:20)
La llamada serie de Fibonacci es una sucesión de números que se da en muchos fenómenos naturales: ramas y hojas de árboles y plantas, ciertas flores, la caparazón de algunos moluscos, la reproducción de los conejos, el ADN, la forma de las olas del mar, la disposición de las galaxias…[4]
Esta serie de números se da de la siguiente manera: comenzando desde 0 (la nada), sigue 1. Luego el siguiente número será la suma del último más el anterior: 1+0=1, luego 1+1=2, 2+1=3, 3+2=5, 5+3=8, etc.
El hecho de que no nos podamos quedar con el cero da cuenta de que el Uno siempre ha estado, ya que es necesario para que la serie comience a correr, a vivir.
Serie de Fibonacci:
1 1 2 3 5 8 13 21 34 55 89________________
P. H. ES. y todas las criaturas (“engendra a todos los seres”)
Dios es uno
Tao
el Absoluto, el Creador
Y así llego al Tres en la letra om (oṃ, ôm, aum), el sonido mántrico por excelencia en el hinduismo y el budismo. Observo esto en diversos documentales realizados a partir de escritos de Nikola Tesla (1856-1943) sobre la importancia de los números 3, 6 y 9, que no es otra cosa que el alcance tridimensional de la trinidad. En estos documentales se muestra este grafema sánscrito dividido en tres partes que terminan siendo el uno, el dos y el tres de la fórmula del Tao, tal como lo ilustro al principio de esta nota.
Estas congruencias me conducen a otras, todas trinitarias.
el Padre
el Hijo
el Espíritu Santo
_______________________________________________________
Tao/Dao
Teo/Deo
El vocablo Tao es pronunciado también dao, de la misma manera que sucede con la raíz del vocablo castellano Dios, que viene del indoeuropeo deiwos,de la raíz deiw-, ‘brillar, ser blanco’, de la que deriva asimismo el término griego Ζεύς (Zeus). De hecho, la palabra española dios es idéntica en pronunciación a la griega Διός (Diós), forma genitiva de Zeus (el principal dios de la mitología griega, padre de los «theos», dioses menores).[5] Asimismo en el sánscrito el vocablo deva significa ‘ser celestial’, ‘dios’.
Volviendo a ôm = ohm, me conduce al símbolo Ω , omega, última letra del alfabeto griego, con la cual el libro del Apocalipsis de Juan se refiere al tiempo final, remitiéndonos a las profecías sobre “la lluvia tardía” (siendo alpha “la lluvia temprana”), mencionadas en los libros de los profetas Jeremías y Joel en el Antiguo Testamento y la epístola de Santiago en el Nuevo.
Y no dijeron en su corazón: Temamos ahora a Jehová Dios nuestro, que da lluvia temprana y tardía en su tiempo, y nos guarda los tiempos establecidos de la siega. (Jeremías 5:24)
Vosotros también, hijos de Sion, alegraos y gozaos en Jehová vuestro Dios; porque os ha dado la primera lluvia a su tiempo, y hará descender sobre vosotros lluvia temprana y tardía como al principio. (Joel 2:23)
Por tanto, hermanos, tened paciencia hasta la venida del Señor. Mirad cómo el labrador espera el precioso fruto de la tierra, aguardando con paciencia hasta que reciba la lluvia temprana y la tardía. (Santiago 5:7)
Yo soy el Alfa y la Omega, principio y fin, dice el Señor, el que es y que era y que ha de venir, el Todopoderoso. (Apocalipsis 1:8)
[1] Se ha observado que el versículo 7 fue agregado posteriormente, anteponiéndolo a la formulación de “los tres testigos en la tierra”, interpretado como los tres sacramentos que concuerdan con la Trinidad. Este versículo es el fundamento de los tres requisitos para entrar en el reino de Dios (Evangelio de Juan 3:5 y 6:53-54 entre otros). La trinidad de Dios puede ser fundamentada por los otros puntos bíblicos mencionados.
[2] Todas las citas bíblicas son extraídas de la versión Reina-Valera 1960.
[3] Catecismo de la Iglesia Nueva Apostólica, 3.2.3 (2012).
[4] Recomiendo el artículo de Marcelo Encinas La sección áurea, en la sección Luz de este mismo magazine
[5] Roberts, Edward A.; Pastor, Bárbara, Diccionario etimológico indoeuropeo de la lengua española, 2005.